La lluvia golpea en los cristales de su habitación, el sonido de las gotas de agua resuena en el patio de luces del edificio y se amplifica, una tarde lluviosa, algo así como el anuncio de una gran perdida, el sigue probando su pluma Parker, una pluma que siempre había deseado tener y finalmente esa tarde la había podido conseguir, aunque parezca un objeto insignificante, para él con diecisiete años era importante, era su primera pluma, en aquellos tiempos era un pequeño tesoro, por tanto se encontraba orgulloso de poseerla.
Esa tarde después de haber asistido como representante de la familia a una reunión de propietarios de la comunidad de vecinos, había caminado bajo la lluvia para comprar esa pluma y ahora en la intimidad de su cuarto la probaba pasando a limpio sus apuntes de Cou.
Que cruel es el destino, a minutos de una gran perdida no esperada, estaba saboreando la pertenencia de algo que hasta entonces no era suyo, una sencilla pluma Parker.
Como si no hubiera transcurrido el tiempo, recuerda que ya entrada la noche y sentada la familia alrededor de la mesa, suena el teléfono, casi sin tener conciencia de un acto habitual, descuelga el teléfono, no puede adivinar el protagonismo que adquiriría ese acto, una voz trémula, sin seguridad avisa de que algo acaba de pasar, es necesario que alguien vaya al Hospital, sus ojos se fijan en su hermano pequeño, con su pan y su tortilla, sentado en su trona y abrigado con su batita de dormir, una gran duda acongoja a todos, queriendo descartar lo que se preveía acompaña a su padre, las imágenes, la calle, no recuerda tan siquiera si había dejado de llover, el mundo se acelera y todo comienza a carecer de sentido, algo importante, muy importante, acaba de perder, pasillos blancos, una habitación fría, camas de barrotes y mantas blancas, un cuerpo sin vida que no se atreve a abrazar, lagrimas que aun deseosas de resbalar por sus mejillas se encuentran contenidas, dolor...rabia... ¿porque? Aún le quedaba mucho por vivir con él, y se rompió, se rompió el yunque que forjo a una familia. En aquella fría habitación se quedo para él, su familia y su corazón, por segunda y última vez le habían roto su cordón umbilical, ya nada podría ser igual, de la realidad a una imagen, de la felicidad al dolor, era la inocencia del amor, la fantasía y el calor de quien te quiere por encima de la propia vida, capaz de evadirte con sus historias y sus cuentos de la mas cruda realidad.
Esa tarde después de haber asistido como representante de la familia a una reunión de propietarios de la comunidad de vecinos, había caminado bajo la lluvia para comprar esa pluma y ahora en la intimidad de su cuarto la probaba pasando a limpio sus apuntes de Cou.
Que cruel es el destino, a minutos de una gran perdida no esperada, estaba saboreando la pertenencia de algo que hasta entonces no era suyo, una sencilla pluma Parker.
Como si no hubiera transcurrido el tiempo, recuerda que ya entrada la noche y sentada la familia alrededor de la mesa, suena el teléfono, casi sin tener conciencia de un acto habitual, descuelga el teléfono, no puede adivinar el protagonismo que adquiriría ese acto, una voz trémula, sin seguridad avisa de que algo acaba de pasar, es necesario que alguien vaya al Hospital, sus ojos se fijan en su hermano pequeño, con su pan y su tortilla, sentado en su trona y abrigado con su batita de dormir, una gran duda acongoja a todos, queriendo descartar lo que se preveía acompaña a su padre, las imágenes, la calle, no recuerda tan siquiera si había dejado de llover, el mundo se acelera y todo comienza a carecer de sentido, algo importante, muy importante, acaba de perder, pasillos blancos, una habitación fría, camas de barrotes y mantas blancas, un cuerpo sin vida que no se atreve a abrazar, lagrimas que aun deseosas de resbalar por sus mejillas se encuentran contenidas, dolor...rabia... ¿porque? Aún le quedaba mucho por vivir con él, y se rompió, se rompió el yunque que forjo a una familia. En aquella fría habitación se quedo para él, su familia y su corazón, por segunda y última vez le habían roto su cordón umbilical, ya nada podría ser igual, de la realidad a una imagen, de la felicidad al dolor, era la inocencia del amor, la fantasía y el calor de quien te quiere por encima de la propia vida, capaz de evadirte con sus historias y sus cuentos de la mas cruda realidad.
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